
de Autora: Carolina Ramírez Vásquez. Colombiana, Psicóloga Social, experta en educación menstrual, directora del Programa Princesas Menstruantes, autora de la metodologia educación menstrual emancipadora. Contacto: princesasmenstruantes@gmail.com caro.narrativasemancipadoras@gmail.com
La menstruofobia es un neologismo que hace referencia al conjunto de ideas, comportamientos, actitudes y sentimientos frente a la menstruación, basados principalmente en el miedo pero también en el odio, asco, repulsión y la censura. Las fobias expresan un miedo extremo a objetos, cosas o situaciones que suponen poco o ningún peligro, pero que provocan una gran ansiedad y malestar en ciertas personas.
La menstruación, es una de esas cosas que casi nadie quiere encontrarse en un baño, en una silla o en un trasero caminando por la ciudad. Durante años la han evitado de cualquier representación pública, por eso los líquidos azules en vez de rojo, los jeans extremadamente blancos para vender los productos “higiénicos” etc. La higienización de la menstruación es una manifestación de la menstruofobia social y las personas que vendrán a este post a defender que la limpieza es legítima, también.
En el 2021 hubo una polémica por los Pink Gloves, unos guantecitos rosa princesa que al parecer surgieron de la incomodidad de uno de los autores de dicho invento cuando en la papelera sanitaria de su empresa descubrió un tampón envuelto en papel higiénico, (que agradezca que la amiga lo envolvió), el señor seguramente pensaba que sus compañeras de trabajo no menstruaban y si alguna lo hacia seguramente era de color azul… ¡azul como el cielo, azul como la sangre de la realeza, azul como el color de los partidos conservadores!. Ante la incomodidad que les supone la sangre menstrual, los señores Andre Ritterwürden y Eugen Raimkulow, que no ven el problema en ellos sino en las mujeres, lanzan su maravilloso invento: Pink Gloves.

Sin embargo, estos guantes rosa no llegan a ser ni siquiera “Innovación” son solamente una reproducción de cosas que ya existían, pues indagando encontré un artículo japones del 2016 que recomendaba los guantes de vinilo para introducir el tampón con el fin de que la sangre menstrual no entre en contacto con la piel, puntualmente mencionaba:
“Si usas guantes, no te mancharás las manos, los dedos, las uñas cuando te pongas un tampón, no tendrás que lavarte las manos constantemente después de usarlos”
*Los guantes desechables no son ecológicos porque terminas tirándoles, pero si manipulas los tampones con las manos desnudas, puedes mancharte de sangre el dorso de la mano y entre las uñas. Lavarte requiere mucha agua y jabón, por lo que, después de todo, tampoco es ecológico”. “Hay bastantes baños que no tienen jabón al salir. Cambiar un tampón inevitablemente ensucia tus manos con sangre, pero no hay nada que puedas hacer en un baño sin jabón, pero si junto con tus productos sanitarios llevas guantes desechables, ¡te librarás de esa preocupación!”
En todo este relato mercantilista, se pone en el centro la amenaza de la sangre menstrual como contaminante, se plantea como lo urgente no “ensuciarse” las manos de menstruación (sangre supuestamente mala) en vez de alertar el cuidado ante el ingreso de bacterias y suciedad en el canal vaginal, el peligro radica en cómo entran los dedos, no en cómo salen.
Similar a esto, he visto algunas publicidades sobre la copa menstrual con válvula que lejos de promover sus atributos para la salud y la comodidad (evita tener que retirar la copa en baños públicos) centran su discurso en evitar el contacto con la sangre: “tendrás siempre tus manos limpias”.


Adicionalmente, cada vez se hace más común encontrar en baños públicos mensajes explícitamente menstruofóbicos y cajas de bolsas plásticas, generalmente rosadas, para que las menstruantes pongan en ellas sus “desechos biológicos peligrosos” para luego tirarlas en botes de basura especiales que libran de la amenaza biológica que le supone a una sociedad menstruofóbica el desprendimiento del tejido endometrial.
Si, a pesar de que la mitad de la población del mundo menstrua, nuestras sociedades se han construido desde el desprecio y el mandato de ocultamiento del sangrado, la menstruofobia colectiva es una consecuencia del tabú menstrual y el tabú menstrual es misoginia. Por lo tanto, los guantes de vinilo en Japón, las canecas de basura “especiales” y los Pink Gloves son una expresión de misoginia disfrazada de higiene. ¿Comprenden por qué a las educadoras menstruales con enfoque emancipador nos jode tanto la palabra higiene?

Para finalizar, quiero mencionar que la menstruación sigue siendo un tabú porque le sirve al sistema capital, nos entrenaron para despreciar la sangre menstrual porque el asco hacia ella les resulta muy rentable. Se plantea que el tabú menstrual es el más antiguo de la humanidad, también ha sido la estrategia de control más eficiente y certera, ante esto la EDUCACIÓN MENSTRUAL EMANCIPADORA es la respuesta y nuestra estrategia de resistencia.
Fuentes:
https://www.neo2.com/pinky-gloves-guantes-machistas-regla/#:~:text=Los%20pinky%20gloves%20son%20guantes,la%20compresa%20en%20su%20interior.
https://www.dw.com/es/pinky-gloves-emprendedores-alemanes-cr%C3%ADticados-por-estigmatizar-la-menstruaci%C3%B3n/a-57216640
https://andromemo.blog.jp/archives/4152018.html